Steve, Alex y su hermano. Yaoundé, Camerún.

miércoles, 9 de enero de 2013

La otra Navidad

Cuando las luces navideñas de mis vecinos "los Alarcia" del portal 4ºA cesan de transmitir color y vida a mi urbanización, ahí es cuando, para mí, acaba eso que conocemos por Navidad. Esa época festiva, alegre, familiar... en la que los sueños de cada adulto están destinados a un décimo de la lotería, mientras que los sueños de los niños y niñas se depositan en la carta que escriben a los Reyes Magos. Esa época en la que caemos en la tentación de comer más de la cuenta. Esa época en la que recibimos un nuevo año lleno de ilusión y propósitos que no tardaremos en incumplir. Esa época en la que amamos al que tenemos al lado, sin motivo alguno, nos sentimos más solidarios y generosos. Eso es tan cierto, como injusto. ¿No creéis? Quiero decir, ¿por qué no amar todos los días del año? ¿por qué no ayudar al de al lado los 365 días?
Estas Navidades, esa cruda realidad me dio una gran bofetada. Me di cuenta de ello al poder ver con mis propios ojos que hay personas que no sienten igual esa Navidad. Viven otra Navidad,  totalmente distinta, a la que tú y yo vivimos. Se encuentran en un segundo plano, opaco para la mayoría.
Gracias al fantástico grupo de jóvenes que están creando la Asociación APUMAK ("amigo" en camboyano), en la que tengo la suerte de participar, tuve la oportunidad de conocer otra forma de vivir la Navidad, de verla desde más ángulos de los que acostumbraba en años anteriores. 
Foto: Johny Leo Johansen
Acordamos realizar un "Desayuno Solidario" (así lo llamamos nosotros) por el centro de Madrid. Esta actividad consiste en reunirnos en Sol a las 8 de la mañana, cada uno se encarga de traer una cosa: café caliente, zumo, galletas, leche, bollos... Una vez divididos en grupos, nos separamos y recorremos los aledaños para acercarnos a esas personas desfavorecidas que sobreviven pidiendo en la calle y aportarlas nuestro granito de arena en la satisfacción de sus necesidades. La experiencia fue inolvidable; la naturalidad con la que podías tratar con ellos y lo poco que nos costaba hacer algo como eso era asombroso. Creo que ese día recibí uno de los "gracias" más sinceros de mi vida. El hecho de, como dice Mario, pieza clave en la asociación, "calentar los fríos despertares de la gente que sueña sin un techo encima" fue algo inefable. Estas personas no sólo necesitan ayuda en Navidad, sino a lo largo de todo el año. La injusta realidad es que cada día hay más gente sin techo y más techos sin gente. El puto ser humano, una vez más.
Foto: Johny Leo Johansen
Desde APUMAK tenemos clarísimo que realizaremos "Desayunos Solidarios" con más frecuencia, así que aquel que esté interesado es bienvenido.
Por eso invito a todo el mundo a continuar con el famoso "espíritu navideño" durante todos los días del año. Es algo difícil, pero no imposible. Sólo con poner un poco de nuestra parte sería suficiente. Ya decía algo parecido Eduardo Galeano: "Muchas personas pequeñas, en un lugar pequeño, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo"


Foto: Johny Leo Johansen




jueves, 3 de enero de 2013

31/12/2012

Faltan unas horas para despedir este año 2012, maravilloso en lo personal. En cuanto a lo general, hay que estar ciego y ser sordo para no ver y escuchar lo difícil que están las cosas para la mayoría de habitantes de este planeta. Día a día, vemos como nuestra brutal "Crisis" se tira por el tobogán y no deja de subirse al columpio en el parque de nuestro barrio. Crisis de economía, de valores, de ideales...
Crisis de todo y de nada. ¡¡Vete tu a saber qué es eso de Crisis!!
Repito, en cuanto a lo personal, este 2012 ha sido un año fantástico. Por eso, puedo sentirme un verdadero afortunado.Por el simple hecho de poder haber dormido hoy bajo un techo, soy un afortunado. También soy un afortunado por poder celebrar estos días tan especiales (como todos los del año) con una familia que se quiere. Esta forma de saborear la vida puede ser vista de muchas maneras, pero yo la saboreo así. Reconozco que a veces me cuesta, porque tengo tan impregnado ese asqueroso egoísmo humano del mundo occidental que no te deja saborear cada uno de los sabores que la vida ofrece.

"Yo, soy yo y mi circunstancia" decía Ortega y Gasset. Hay veces que odio mis circunstancias y me gustaría conocer otras para valorar lo que tengo. Vivir otra realidad para darme cuenta de mi suerte.
Este año he tenido la fortuna de acercarme a otra realidad y, desde ahí, conocer y saborear mi realidad.


Mientras me visto para bajar a cenar me paro a pensar con qué me quedo de este 2012.


Foto: José Luis Cuesta
Foto: José Luis Cuesta
Rápidamente, viajo a Camerún: recuerdo la densidad y el verdor de la selva de Bahamenda, que no tenía fin; la inolvidable mañana en la playa de Kribi; la dolorosa tensión que sufrían las piernas cuando visitabas las letrinas; la caminata de 8 horas recorriendo los poblados de Widicum hasta llegar a un lugar inhóspito presidido por un puente colgante que cruzan a diario mujeres cargadas de plátanos; las noches contemplando los cielos repletos de estrellas y libres de contaminación humana; la imponente figura del sultán de Faumban; las lágrimas derramadas por contemplar el baile de unos niños que entregan todo lo que tienen de la forma más sincera y real que jamás he visto; la especial mañana de los partidos de fútbol con los niños, concretamente, Alex y Steve; la pegajosa humedad al bajar del avión; el inolvidable olor a pescado del puerto de Limbe; el poder vivir, de sobra, con 5 camisetas, dos pantalones y unas botas; el conocer a Mandela por cantar Sexion D'Assaut mientras cargábamos libros dando forma a una escuela; la inolvidable vista nocturna de Yaoundé desde una colina; las toneladas de Relec impregnadas en nuestro cuerpo para protegernos de los mosquitos; el trago de Coca-Cola en la Embajada de España; las deseadas e irregulares duchas con agua fría en menos de 30 segundos, aún así inmejorables; la impagable oportunidad que tuvimos de adentrarnos en la selva para conocer la timidez de los pigmeos Baka en Bengbis; las charlas con José Luis Cuesta sobre la situación del periodismo actual y la forma tan humana de compartir su experiencias vividas; la cara de tonto que se te queda cuando un chimpancé te da una colleja o ves cómo intenta atar unos cordones (somos tan cercanos);

Foto: José Luis Cuesta

la eterna espera de la potabilización del agua; las noches escribiendo en nuestro diario de viaje antes de dormir sobre el suelo escoltados por nuestras compartidas mosquiteras; las maravillosas personas que he conocido en el viaje, con las que sigo caminando a día de hoy; la tierra rojiza de los caminos que levantaban el mejor maquillaje posible en forma de polvo; el baile alrededor del fuego junto a la tribu de los Bagueli, sintiéndome como ellos, exactamente igual, sin distinción de color de piel; las conversaciones con cameruneses en los exóticos mercados y la impotencia de no saber más francés para conocer mejor a esa gente; la música, la comida, las heridas, los colores, el baile, las sonrisas, el amor, las miradas, los olores, la suciedad, la sinceridad, el sufrimiento, la satisfacción, el ritmo, las voces, los enfados, las conversaciones, las lágrimas, los abrazos, las sorpresas, el sueño, el aprendizaje, la humedad, las pieles, las mujeres, la fuerza, las risas, los pasos, las ganas, el miedo, el sudor, la suerte... 
Me dejo muchísimos momentos. Muchísimos. Creo que mi incapacidad para la redacción y la infinidad del lenguaje no dan para expresar lo que sentí durante esos 23 días. Esos 23 días en los que conocí otras formas de vida, otras culturas, otra realidad, que me permitió contrastarla con la mía y sacar conclusiones día a día. Hoy sigo tirando de hilos y encontrando cosas sobre las que pensar y reflexionar. Rescato una frase de un monitor del que aprendí mucho, Guillem dijo: "Te sientes en deuda con esta gente" Y es así, todo lo que me aportaron esas personas en tan poco tiempo crea una deuda que parece no tener fin.


Foto: José Luis Cuesta






Por eso creo que mi viaje todavía sigue vivo y no creo que muera.
Foto: Alba Saiz (expedicionaria de MRS)
Sin embargo, sí encuentro un nacimiento para mi viaje. Este empezó cuando un amigo de mi hermano, Diego, me contó que fue elegido por Madrid Rumbo al Sur para viajar a Marruecos y al Sáhara (por cierto, ahora se encuentra allí). A partir de ahí, dentro de mí, empezó a formarse un deseo vital de ser seleccionado para vivir una experiencia como esa. Dada mi edad, tuve que esperar unos años para que pudiera inscribirme. Ansiaba el momento de ponerme en frente de un papel y hacer mi trabajo para estar dentro de los 300 seleccionados, en primera instancia.
Ese momento llegó y pasé la primera prueba. No sé cómo, también tuve las suerte de pasar la segunda prueba, la de entrevistas, y ser uno de los 200 guerreros y guerreras que darían hasta su última gota de sudor en la tercera y última prueba, la física. Después de un fin de semana de talleres de Cooperación, caminatas, acampada, rutas y mucha escucha volví a casa con la esperanza de ser uno de los 100 seleccionados para disfrutar del viaje a Camerún.
Nunca olvidaré el momento en que abrí la lista de los definitivamente seleccionados y vi mi nombre. Satisfacción y una alegría inmensa. Se podía hablar de un sueño hecho realidad. No me lo creía. (Sigo sin creérmelo, hay veces que me sorprendo cuando veo la camiseta verde de Madrid Rumbo al Sur en mi armario). Me sentía un jodido afortunado.
A partir de ahí todo eran ganas. Ganas de empezar, de vacunarse, de conocer a personas, de entender, de viajar, de moverme... unas ganas terribles de cualquier cosa relacionada con el viaje. Ansia por disfrutar esa oportunidad.
Es hoy, el último día de este inolvidable 2012 cuando me doy cuenta de lo afortunado que soy. No sólo por esos 23 días. Por todo.



Foto: José Luis Cuesta

Aprovecho para agradecer, a quien haya que agradecer (ningún Dios), el regalo que ha sido este año para mi. Año en el que he crecido, he aprendido, he pisado suelo nuevo, respirado distinto aire, comido diferente comida, conocido bellísimas personas y vivido otra realidad.

Vídeo de fotos del viaje. By José Luis Cuesta: http://vimeo.com/51809582#at=0

jueves, 20 de diciembre de 2012

¿Acaso la muerte vale más en un sitio que en otro?




Siglo XXI, Afganistán.
La imagen que tienen ante ustedes es la de una de las 12 niñas afganas que recogían leña este lunes en la provincia de Nangarhar. La explosión de una mina antipersona por el golpe accidental de una de las menores con su hacha provocó la muerte de 10 de ellas. Las dos restantes están heridas gravemente. 



Dos días antes, Estados Unidos.
Momentos después de la tragedia en Newtown, en la que murieron 27 personas, entre ellas 20 niños y el asesino, Adam Lanza, que no necesitó más de cinco minutos para cometer el crimen y reservar una última bala para el suicidio. Previamente había matado a su madre.

Ambas noticias son escalofriantes. Eso no se puede negar. En ambas mueren personas inocentes. En ambas mueren niños y niñas. En ambas mueren personas. La diferencia la encontramos en la repercusión y seguimiento que tiene cada una. La diferencia es tal, que si preguntáramos por la primera noticia la mayoría de gente no estaría al tanto de ella. Pones hoy la televisión y sigues escuchando el nombre de Newtown, mientras que todavía no sabes si las dos niñas afganas heridas, finalmente, han sobrevivido. Entonces, me inquieta la siguiente pregunta: ¿por qué unos sí y otros no?
Yo, cegado por mi ignorancia, culparía a la prensa de dejarse llevar por qué vende y qué no vende. Año tras año, cuando llega el 11 S, me pregunto lo mismo cuando el mundo occidental se detiene a lamentarse por las víctimas en la tragedia de las Torres Gemelas. De nuevo, la prensa internacional hincha el globo. Como me dijo, el fotógrafo José Luis Cuesta: "¿Acaso no merecen tiempo para el recuerdo las víctimas africanas que sufrieron en sus carnes la esclavitud durante más de tres siglos?" En todos los acontecimientos mencionados aparecen personas, pero la diferencia es: negros y blancos; Afganistán y Estados Unidos. ¿Acaso la muerte vale más en un sitio que en otro?

viernes, 14 de diciembre de 2012

"No conoces a alguien hasta que no viajas con él"


ESTA ÉPOCA DE EXÁMENES ME HA REGALADO ESTE RECUERDO. 
(Artículo que escribí en la revista de mi instituto "Passo") Ahí va:


Profesor. Ésa profesión tan cercana y, a la vez, tan desconocida por los alumnos. 
Yo suelo decir que esta profesión se parece a la de un actor. El motivo es el siguiente: antes de que una compañía de teatro, cine, serie de televisión (o lo que sea) empiece a hacer una obra, a cada actor/actriz les dan un papel que puede ser de características parecidas a las suyas  mismas o totalmente opuestas. Al interpretar dicho personaje te comportas según un guión establecido, pero una vez quitado ese “traje” tu tienes tu manera de ser y de comportarte que, como ya he dicho antes, puede ser cercana o diferente al papel que tienes que representar.  No sé si me seguís…
En fin, a lo que me refiero es que muchas veces, no nos damos cuenta que detrás de la profesión de profesor hay una persona. Una persona que tiene su vida, su forma de ser, sus hobbies, sus manías, su propia familia... características y maneras de ver la vida que, posiblemente, compartimos y no nos damos cuenta.
Éste extraño símil, empezó a divagar por mi cabeza hace, aproximadamente, unas seis semanas, cuando gran parte de mi clase de francés volvimos a Madrid después de haber disfrutado cinco días en la capital de Francia, París. Un viaje que nos costará olvidar durante mucho tiempo debido a su enriquecimiento, no sólo cultural, sino personal. Dar las gracias, otra vez, a nuestro profesor de francés, que nos brinda la oportunidad de conocer al verdadero París.
No es la primera vez que se realiza esta actividad. Es la tercera. Estoy seguro de que si preguntásemos a cada alumno que ha vivido la experiencia no habría diferentes opiniones. Cada uno nos contaría sus anécdotas y experiencias sin poder evitar que sus mofletes se eleven.
 Además de todo esto, creo que todos hemos aprendido algo del viaje, que al fin y al cabo, es lo más importante. Todo eso se lo debemos a nuestro “profesor” de francés. Que nos dedicó unos días inolvidables. Lo hizo de una manera sincera, alegre y ejemplar. No existen más que palabras de agradecimiento para él.
La vuelta a la rutina ha sido dura. Nos deprime comparar Pinto con Paris. Podríamos hacer una lista con los pros y los contras de cada uno, pero ya sabéis cual sería el resultado. De todas maneras esa melancolía en la que ahora estamos sumergidos, es buena, es agradable. Dicen que lo bueno acaba, sino sería todo muy monótono.
En cuanto a la relación con nuestro profesor, no vamos a negar que hay un antes y un después. Es lógico. El viaje nos ha ayudado a coger más confianza, tanto con el profesor como con otros compañeros, y eso se ve reflejado en el día a día del instituto. Por ejemplo, si ahora coincides con él en el pasillo, no puedes evitar  pararte y dedicar unos cuantos minutos a hablar de los temas de la actualidad (cosa que antes era menos probable que pasara). Eso es algo que agradezco profundamente.
Una de las muchas oportunidades que nos ha dado este viaje a Paris, ha sido el encuentro con la persona que estaba detrás de ese “traje” de profesor.
Ahora recuerdo, un viejo proverbio árabe al que hizo referencia mi profesor, que decía: "no conoces a alguien hasta que no viajas con él".
     

"Liberté, Égalité, Fraternité"

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Porqué este blog...

Se me están durmiendo las piernas así que seré rápido.
Este blog nace del consejo de un periodista que me ha entrevistado hoy mientras hacia un reportaje sobre la histórica huelga del 14N, repito hoy. Se llama Aitor Riveiro y hace unos días supo que era uno de las 129 víctimas del famoso ERE de El País. ¡Qué disparatada es la vida! Esta tarde, en la manifestación de Madrid, se han juntado casi un millón de personas y yo he tenido la suerte que haber encontrado la razón para iniciar este blog. Es decir, podría haberme encontrado con la chica de mi vida, con un simpático famoso o podría estar remordiéndome por un porrazo de un poli con la amígdala deteriorada. Pero no, aquí me encuentro dando vida a esta cosa en un lugar que prefiero mantener en la intimidad, de forma corriente y normal. Hoy me han empujado.


    (foto obtenida de: www.periodismohumano.com)

Gracias.