Steve, Alex y su hermano. Yaoundé, Camerún.

jueves, 20 de diciembre de 2012

¿Acaso la muerte vale más en un sitio que en otro?




Siglo XXI, Afganistán.
La imagen que tienen ante ustedes es la de una de las 12 niñas afganas que recogían leña este lunes en la provincia de Nangarhar. La explosión de una mina antipersona por el golpe accidental de una de las menores con su hacha provocó la muerte de 10 de ellas. Las dos restantes están heridas gravemente. 



Dos días antes, Estados Unidos.
Momentos después de la tragedia en Newtown, en la que murieron 27 personas, entre ellas 20 niños y el asesino, Adam Lanza, que no necesitó más de cinco minutos para cometer el crimen y reservar una última bala para el suicidio. Previamente había matado a su madre.

Ambas noticias son escalofriantes. Eso no se puede negar. En ambas mueren personas inocentes. En ambas mueren niños y niñas. En ambas mueren personas. La diferencia la encontramos en la repercusión y seguimiento que tiene cada una. La diferencia es tal, que si preguntáramos por la primera noticia la mayoría de gente no estaría al tanto de ella. Pones hoy la televisión y sigues escuchando el nombre de Newtown, mientras que todavía no sabes si las dos niñas afganas heridas, finalmente, han sobrevivido. Entonces, me inquieta la siguiente pregunta: ¿por qué unos sí y otros no?
Yo, cegado por mi ignorancia, culparía a la prensa de dejarse llevar por qué vende y qué no vende. Año tras año, cuando llega el 11 S, me pregunto lo mismo cuando el mundo occidental se detiene a lamentarse por las víctimas en la tragedia de las Torres Gemelas. De nuevo, la prensa internacional hincha el globo. Como me dijo, el fotógrafo José Luis Cuesta: "¿Acaso no merecen tiempo para el recuerdo las víctimas africanas que sufrieron en sus carnes la esclavitud durante más de tres siglos?" En todos los acontecimientos mencionados aparecen personas, pero la diferencia es: negros y blancos; Afganistán y Estados Unidos. ¿Acaso la muerte vale más en un sitio que en otro?

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